Técnicas de conservación de piezas arqueológicas de cobre

Turismo arqueológico en Huaca Rajada

Durante el viaje de familiarización de la Ruta Moche en la que participó nuestra agencia de viajes, uno de los arqueólogos del Museo de Sitio Huaca Rajada Sipán, ubicado aproximadamente a 27 kilómetros al este de Chiclayo en el departamento de Lambayeque, nos explicó la manera en la que ellos proceden a frenar la corrosión a las piezas de cobre.

Cuando el visitante llega a un museo para observar las misteriosas piezas y ornamentos históricos que albergan en sus salones, quizás no medite en el trabajo que realizaron los arqueólogos y restauradores antes de colocar los objetos en las vitrinas de exhibición.

Y, probablemente, también desconozcamos que las piezas metálicas hechas en cobre son las más perjudicadas debido a la exposición directa al medio ambiente, agua y climas húmedos desencadenantes de la fatídica corrosión.

Precisamente muchos de estos fragmentos de cobre fueron hallados en la Tumba Nº16 o también conocida como la Tumba del “Señor Guerrero”, un personaje con ornamentos bastante parecidos a los del Señor de Sipán, por lo que se presume sea un descendiente.

¿Cómo evitan la corrosión de las piezas de cobre?

Los científicos de Huaca Rajada utilizan inhibidores de la corrosión para proteger las piezas de cobre dorado y plateado que fueron encontrados en la tumba 16 y en general, en todas las anteriores halladas.

El cobre, según nos explicaron, es un metal muy fácil de corroerse por lo que impedir su proceso de degradación es muy importante para poder estudiarlos en su modo original y, por ende, la posibilidad de exhibirlos para el conocimiento de la colectividad.

Proceso de conservación de las piezas arqueológicas de cobre

Un ejemplo claro para tener una idea del proceso de inhibición es el siguiente: Imagínese que usted tiene una herida muy seria incluso gangrenada, el procedimiento para su curación sería retirar el pus de la herida y todo lo malo que lo acompañe, dejando solo lo bueno para luego hacer las curaciones adecuadas.

Pues bien, en el caso de estas piezas metálicas arqueológicas, no se podría retirar nada de lo malo pues todo ya está perjudicado. Si los científicos retiran todo “el pus” prácticamente no quedaría nada para el estudio de los mismos.

Es por eso que al no poder retirar lo corroído, lo que se puede hacer es frenarla o encapsularla, aislándola del medio ambiente con el uso de este tipo de sustancias químicas.

Las mismas que actúan eficazmente en la reducción de la velocidad de la corrosión; sin embargo, su aplicación no se reduce a verterlo encima del objeto. Para eso los arqueólogos se valen de cálculos establecidos para cada caso particular, dependiendo mucho el tipo de metal y el medio donde se almacenará.

Por supuesto que el lugar donde finalmente se destine para la exhibición al público deberá estar adecuadamente climatizada para la máxima duración de las piezas. Caso contrario, es decir, si la pieza arqueológica se coloca en lugares no adecuados se correría el riesgo de sufrir alguna rajadura.

Algo totalmente fatídico, pues tras la rajadura desencadenaría el desborde de la solución inhibidora y por ende la corrosión seguiría su curso hasta la destrucción total de la pieza histórica.

Piezas arqueológicas en exhibición - Museo de Sitio Huaca Rajada en Chiclayo

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